Hay que enseñar a estar de buen humor, a aprender de los sucesos negativos, a erradicar el sentimiento de víctima y a hacer ver a quien se queja el lado precioso de la vida
Números rojos de la vida. No descubro nada nuevo si digo que todo gozo es efímero, por lo que recomiendo que seamos muy conscientes de que somo felices cuando lo estamos siendo. Es más hasta la melancolía puede interpretarse como la felicidad de estar tristes.
Considerando que no debemos desconocer el dolor. Nadie ha dicho que vivir resultara fácil ni que la vida sea justa. Somos conocedores de lo más desolador, que es el suicidio. En la medida de lo posible hemos de creernos ante la adversidad, en la crisis aflora lo mejor de cada uno. Se necesita entereza y recordar que todos lo días amanece.
Nos debemos educar para la vida y desarrollar así la pedagogía del ser. Recordando que no se lucha porque se es fuerte, se es fuerte por que se lucha.
Intentemos ser dueños de nosotros mismos, gobernar nuestra vida mediante la inteligencia y control sobre los sentimientos, con capacidad para anticipar y planificar. Sí, somos más, mucho más que nuestros deseos y carencias. No lleguemos al final de la vida en números rojos, así como suena metafóricamente. Tenemos que poder dar una respuesta positiva a una pregunta esencial: ¿Mereció la pena vivir?
La vida es preciosa, que no pase en vano. Hay que sentir los sentimientos y expresarlos. Las emociones son el idioma del corazón porque prescinden de la meditación las palabras y de la razón. Puedo constatar que la emoción es más antigua que la cognición y, desde luego, nuestro organismo se fía mucho más de ella que de la racionalidad.
El arte de vivir es encontrar lo positivo hasta en las situaciones adversas, ya que en la noche más oscura es cuando podemos apreciar las estrellas. Así que evitemos cortocircuitarnos en pensamientos negativos: las nubes oscuras, los nubarrones, encierran lluvia fecunda.
No es aceptable utilizar el pesimismo como excusa, pues vivir es un acto de valor, que precisa de optimismo y esperanza. El fatalismo es gandulería.
Cada día hay que decidir estar de buen humor y compartirlo. Hemos de luchar por lo creemos, comprometernos con los problemas, superar los miedos y adornarlo todo con una sonrisa. La existencia no demanda sólo autosatisfacción, sino fidelidad a un noble propósito.
Nos tenemos que atrever a fracasar, tenemos que aceptar las limitaciones y la frustración, error tras error, y volver a intentarlo; tenemos que captar la complejidad de la realidad y aprender a gestionar las emociones, pues aceptaremos mejor la vida si no evaluamos todas las cosas como buenas o malas. hemos de ser normales y poseer talante ético, pensar bien y actuar con coherencia, intentar buscar cada día ser persona. Y, sobre todo, hacer de la sinceridad y la lealtad fundamentos de vida.
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