Lo más posible es que los conductores violentos no tengan ningún problema con el mundo, sino consigo mismo. Por desgracia, en nuestras carreteras circulan todo tipo de conductores: imprudentes, despistados, agresivos, inconscientes… Pero si hay un tipo de conductor que puede aglutinar todas las malas artes de todos, ese es el conductor violento.
No estamos hablando de personas violentas, sino de conductores violentos, porque aunque en realidad conducimos como vivimos, es bien cierto que mucha gente cambia completamente cuando se sienta al volante. Personas tranquilas, amables y admirables, se transforman en todo lo contrario cuando se sienten bajo la protección del coche.
Agresividad o violencia
La agresividad es una característica de las especies, la competencia por el alimento, por la luz o por la pareja hacen que sea necesario luchar para conseguir lo que se busca. En los documentales de tele, cuando vemos como los animales se pelean, lo hacen para comer, no lo hacen a mala idea.
Pero… ¿y nosotros?
Muchos científicos dicen que el ser humano es agresivo por naturaleza, pero ¿también es violento por naturaleza? Somos violentos por dos razones, la primera porque somos agresivos, y la segunda porque somos creativos, si no tuviésemos imaginación, no seríamos violentos. Esta es una de las conclusiones de un ensayo publicado por cinco expertos de la Universidad de Barcelona titulado “¿Somos una especie violenta?”.
Un conductor agresivo “muestra sus cartas”, sabemos que no guarda la distancia de seguridad, ni la guardará, por lo que mejor es quitarse del medio.
Sin embargo, un conductor violento tiene una carta escondida y puede ir más allá, su mente maquiavélica puede haber diseñado una estrategia para que tengas que pagar caro el no haberle dejado pasar en un momento dado o sencillamente cruzarte en su camino. Además, esta violencia es irracional, por eso algunos de estos conductores muestran una especial antipatía, por no decir una palabra más dura, sobre ciertos colectivos (taxistas, ciclistas, camioneros, etc.).
Conductores antisociales, ¿siempre o a veces?
Conducir y compartir la vía con el resto de usuarios es una actividad social, los conductores que deciden no respetar las normas de convivencia, ni mostrar un mínimo de empatía por los demás se convierten en un auténtico problema.
Hombres o mujeres, ¿somos igual de agresivos?
AUNQUE TRADICIONALMENTE LOS HOMBRES HAN SIDO MÁS VIOLENTOS AL VOLANTE, CADA VEZ SE TRATA DE UNA CONDUCTA MÁS COMÚN EN AMBOS SEXOS
La Asociación Civil Luchemos por la Vida realizó un informe analizando la conducta de conductores argentinos, en este informe se detalló que el 9% de los hombres al volante protagonizaron enfrentamientos físicos contra otros conductores, mientras que ninguna de las mujeres consultadas admitió llegar a ese máximo nivel de violencia. Sin embargo, aunque las mujeres resultan más pacíficas, la mitad de ellas reconoce insultar a quien la molesta, el 39% toca el claxon cuando alguien la importuna en su camino.
Está claro que somos diferentes, y cada vez las conductoras se están volviendo más agresivas, y por desgracia van adquiriendo unos malos hábitos que antes no tenían. Tradicionalmente el coche ha sido cosa de hombres.
En otro estudio realizado por Goodyear en Europa se reveló que los hombres tienen mayor tendencia a conductas peligrosas como, por ejemplo adelantar a varios coches al mismo tiempo, el 58% de hombres frente al 42% de las mujeres, o acelerar para evitar ser rebasado, que lo hace 1 de cada 4 hombres y uno de cada 5 mujeres.
Entrenado desde pequeñitos
Es posible que en un futuro el coche autónomo sea capaz de mostrar todo el civismo que no somos capaces de mostrar los conductores. Pero hasta que eso llegue, lo cierto es que algunos futuros conductores, nuestros hijos, sobrinos, nietos… no están disfrutando precisamente de los modelos de conducta adecuados si queremos eliminar la violencia de las carreteras.
Los niños aprenden por imitación, es el llamado aprendizaje vicario, es decir, hacen lo que ven. Albert Bandura, uno de los psicólogos más reconocidos a nivel mundial, demostró esta teoría con su “Experimento del muñeco Bobo" entre 1961 y 1963. Con estos ensayos estudió el comportamiento de los niños después de ver como los adultos maltrataban a este muñeco, demostrando la enorme influencia que tienen los mayores sobre los niños.
Únicamente los que veían conductas agresivas de los mayores eran los que también maltrataban el muñeco, sin embargo aquellos niños que no veían conductas agresivas de los mayores, ni siquiera se les pasaba por la cabeza pegar al pobre muñeco Bobo.
Además de los modelos familiares más cercanos, es necesario cuidar mucho el entorno social en el que se mueven los más pequeños y evitar ambientes o amistades que que puedan inculcar algún tipo de comportamiento irrespetuoso.
Dar una educación a los niños basada en el respeto es fundamental y cuando vayamos en el coche con ellos, pensemos bien que nuestras conductas las toman como el camino a seguir. Si queremos que en un futuro la convivencia en las calles sea mejor, la llave la tenemos en nuestra mano.
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