sábado, 14 de enero de 2017

Mi pueblo es una pyme

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La idea de que las actividades de alto valor añadido están reservadas a las ciudades, donde imperan las multinacionales y los bancos, y de que los municipios rurales tendrían que resignarse a vivir de la agricultura y los molinos de viento, es una falacia. España, que es un país de pueblos (más de 8.000 Ayuntamientos), cuenta con centenares de poblaciones rurales, a veces a decenas de kilómetros de la ciudad más próxima, y, sin embargo, pletóricas de actividad económica. Localidades ricas, casi sin paro y con ratios de renta per capita por encima de la media nacional que atraen a gente de municipios cercanos y han incrementado su población en una época de desertificación rural.

Mientras que, en una gran ciudad, la instalación de dos o tres empresas de 100 trabajadores tiene un impacto nulo sobre la riqueza y el empleo de estas urbes, en pueblos de 2.000 o 3.000 habitantes, dos o tres empresas pequeñas desatan todo un círculo virtuoso, con la creación de decenas de otras pymes comerciales o auxiliares, todo un efecto-demostración para las áreas vecinas. Y, pese a que en algunos casos su prosperidad se la debe a alguna empresa implantada en la zona, lo normal es que esa abundancia de actividad empresarial sea el producto de la iniciativa de sus propios vecinos, que han sabido explotar habilidades propias, que han ido depurando a lo largo de décadas y que los han convertido en auténticos clusters.




Tienda de Bernardo Hernández (Beher).


El municipio con más empresas de España (Antas, Almería)

Que un pueblo de 3.200 habitantes tenga más de 400 empresas registradas no es normal. Pero ocurre en esa localidad almeriense, conocida por ser la que tiene más empresas por habitante de España. No extraña que la plantilla total de sus pymes duplique la propia población de Antas y que esta no haya parado de crecer. Entre 1996 y 2014, su censo subió de 2.659 a 3.161 personas, un 19%. ¿El secreto? Igual que en otros pueblos de la provincia: la abundancia de empresas de producción, comercialización y transporte de frutas y hortalizas, que trabajan para toda Europa, como Frutas Aloa, J. Cano, Pérez Casquet o Valero y Alonso. Además de una fábrica de bordillos, un distribuidor de cosméticos, una ingeniería de molinillos eólicos, un astillero y una firma marmolista.


Arroz y cangrejos rojos, un tesoro comercial (Isla Mayor, Sevilla)

Nada hacía presagiar que este pueblo de 5.900 habitantes, cercano a Doñana, que antes solo se dedicaba al cultivo del arroz y a la pesca, se iba a convertir en un verdadero vivero para la industria alimentaria. La apuesta industrial ha hecho que ahora cuente con empresas como Arrozúa, la cooperativa arrocera más grande de Europa, con unas instalaciones de 100.000 metros cuadrados. Esto, además, de un núcleo de firmas de transformación de productos del mar, cuatro o cinco, que facturan en total unos 20 millones de euros, entre ellas Pescacial, Seafood Sevilla, Emfacar o Alfocan. Todas fabrican productos elaborados, que incluyen el cangrejo rojo, que exportan en un 87% a todo el mundo. En el municipio también opera la piscifactoría Pesquerías Isla Mayor. El resultado es que solo tiene 500 parados registrados.


Máquina herramienta con mucho I+D (Antzuola, Gipuzkoa)

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Con solo 2.100 vecinos, este municipio destaca, como otros del País Vasco, por su producción de máquinas herramientas, una actividad que estuvo a punto de esfumarse en los años ochenta y noventa a manos de la reconversión industrial. Las empresas que lograron sobrevivir a la hecatombe reconversora deben su éxito a que se modernizaron y especializaron en equipamientos de alta sofisticación. Es el caso de Goizper, una de esas pequeñas multinacionales de nicho que se han hecho globales con un producto muy diferenciado: los pulverizadores (para sanidad, agricultura…).

Fundada en 1959, Goizper ha crecido mucho en los últimos años y ya no es solo la primera de España, sino la tercera del mundo (y primera en pulverizadores de espalda a presión retenida). Con casi 200 empleados y unas instalaciones de 35.000 metros cuadrados en el pueblo, factura 39 millones de euros, el 70% procede del exterior.
Fábrica de galletas Arluy, que emplea a 200 personas.



Una empresa casi más grande que el pueblo (Arrúbal, La Rioja)

Pese a contar con solo 470 habitantes, este municipio destaca por su actividad empresarial. En su polígono industrial El Sequero conviven decenas de empresas, siendo la principal Arluy, un fabricante de galletas y chocolates que ha vivido un fuerte crecimiento, lo que ha atraído al pueblo muchos trabajadores de otras localidades, con un fuerte impacto sobre el comercio y la hostelería.

Con una facturación de 40 millones y 200 empleados, Arluy se ha convertido en uno de los primeros grupos galleteros españoles, tras adquirir firmas como Rio (aperitivos y galletas saladas) o Zahor (chocolates y bombones). La compañía también ha invertido bastante en el pueblo. Hace cuatro años compró una planta de 25.000 metros cuadrados con el fin de duplicar su capacidad de producción de galletas en Arrúbal, una inversión de 10 millones de euros. Este en un pueblo de menos de 500 habitantes.


Localidades repletas de pymes

Los casos citados son solo una muestra. España tiene decenas de pueblos donde la presencia de pymes innovadoras y campeonas en sus nichos ha permitido evitarles lo peor de la crisis, en especial cifras de paro de dos dígitos.
Onil (Alicante), 7.600 habitantes. La principal actividad de este pueblo son los juguetes, especialmente muñecas, de las que hay varias fábricas modernizadas.
Castelserás (Teruel), 830 habitantes. Se le conoce como el pueblo español con más negocios online.
Igualada (Barcelona), 32.000 habitantes. Capital del cluster de la piel, una actividad que parecía que iba a desa­parecer, pero que se ha recuperado y crecido gracias a la especialización en tipos de piel novedosos.
Almendralejo (Badajoz), 35.000 habitantes. La creciente producción de vino en la zona y el éxito de sus cavas le ha llevado a elevar un 30% su población en ocho años. Su mayor bodega de cavas, Bonaval, factura cinco millones.
Elgoibar (Gipuzkoa), 10.700 habitantes. Es una de las capitales de la máquina herramienta, con decenas de empresas, todas pymes, que exportan a todo el mundo y dan empleo a la mayor parte de su población.
Ubrique (Cádiz), 16.800 habitantes. Esta localidad, que sufrió hace años una crisis (debida a la globalización) que estuvo a punto de hundir su industria de bolsos, se ha recompuesto y hoy fabrica para las grandes marcas de lujo.
Tabernes de Valldigna (Valencia), 17.900 habitantes. Muy centrado en el mueble, este municipio cuenta con cerca de 18 pymes que emplean a la mayoría de sus vecinos.
Ribesalbes (Castellón). Apenas con 1.250 habitantes, está muy centrado en la cerámica artística, la loza y la industria azulejera, que mueven el 70% de su economía.
Yecla (Murcia), 34.000 habitantes. Es una de las capitales españolas del tapizado, con gran concentración de firmas del sector. Elevó su población un 21% en ocho años.

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