Típico de los restaurantes salmantinos. Los expertos aseguran que, por brusco que suene, lo mejor es comerlo justo después de la corrida de toros. Con esta receta, rendimos homenaje a la cocina tradicional a los pucheros y guisotes que tanto nos gustan, a esa comida que se transmite de generación en generación, ofreciendo sabores de siempre.
Ingredientes
- Cortamos la cebollas en trozos regulares y las rehogamos con el aceite de oliva en una gran cacerola, en la que puedan caber las tajadas de rabo. Después de tres minutos, añadimos los ajos cortados en láminas o aplastados. Cuando la cebolla esté transparente incorporamos la zanahoria, cortada en rodajas y el pimiento verde en trozos, y salteamos durante unos cinco o seis minutos. Después añadimos el tomate cortado en gajos.
- Damos una vuelta a la verdura, rompiéndola bien y añadimos los rabos de toro, removiendo minuciosamente para que absorban el sofrito. Agregamos el azafrán y el vino y cubrimos todo con agua, incorporando también los clavos y las bayas de pimienta. Cuando comience a hervir, espumamos y bajamos el fuego al mínimo, cociendo los rabos con la cazuela tapada parcialmente durante unas tres horas largas.
- Si hiciera falta, añadiremos más agua durante la cocción. Sabremos que los rabos están listos cuando veamos que la carne se despega del hueso con facilidad. Entonces apagamos y dejamos que se enfríe el guiso bien tapado. Cuando esté frío, sacamos los rabos y los reservamos en una fuente. Trituramos la salsa con todos los demás ingredientes y cubrimos las tajadas de rabo y ya tenemos listo un guiso incomparable.
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