Seguramente ha pensado o escuchado este tipo de frases: “soñé que me casaba, dicen que es porque alguien va a morir” o “soñé que se me caía un diente, es porque alguien se va a casar”. Pero ¿es este el significado real de los sueños? ¿Por qué soñamos lo que soñamos?
Desde el punto de vista psicoanalítico, “soñamos porque necesitamos realizar unos deseos que están en el inconsciente (parte del aparato psíquico fuera del alcance de la conciencia, formado por los eventos que a lo largo de la vida se han reprimido). Esa realización de deseos toma como materia prima eventos que hayan ocurrido en el día del sujeto”.
Por eso, “no sería raro que en estos momentos se soñara con el proceso de paz”, explica, y agrega que es también común soñar con las cosas inmediatas como, por ejemplo, el sonido del despertador.
“Aquí se tiene la opción de introducir (el sonido del despertador) dentro del sueño y seguir durmiendo –porque ese es el objetivo- hasta que el estímulo se vuelve demasiado perturbador y lo despierta a uno. Otro ejemplo de esto es cuando un niño sueña que se orina y efectivamente lo hace. Esas dos cosas pasan al tiempo”, asegura Castellanos.
También, los sueños nos dicen cosas de nosotros mismos. “No es acerca del futuro, sino de los conflictos, las dificultadas propias presentes y pasadas”, dice Santacruz. Esto, está fundamentado desde la teoría de Sigmund Freud, considerado el padre del psicoanálisis, y en su libro ‘La interpretación de los sueños’.
No significan lo que se cree popularmente
El doctor Santacruz, miembro de la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia, explica que interpretaciones supersticiosas de los sueños (de muerte, mala o buena suerte, rompimientos, entre otros) se dan porque son “un intento de satisfacer la necesidad humana de explicar todo, lo que es una tendencia universal. Somos insaciablemente curiosos. El ser humano siempre quiere saber más de sí mismo y de lo que lo rodea, es una cualidad universal de la especie”.
Así, para lograr conocer qué puede significar, por ejemplo, un sueño recurrente, tanto Santacruz como Castellanos aseguran que es indispensable conocer y analizar al individuo, sus antecedentes, su realidad.
“Para interpretar correctamente un sueño uno tiene que conocer muy bien al soñante (…). Cualquier otra cosa que se haga es arbitraria y probablemente antiética, si tú me cuentas un sueño y yo acierto y penetro en tu intimidad y en tu historia sin estar en tratamiento conmigo es abusivo, no se puede hacer”, dice Santacruz. Y esto se logra con un trabajo psicoanalítico de la mano de un profesional.
Todos soñamos
Así algunos no lo recuerden, todos soñamos. “Esto sucede por la represión. Esta hace que los sueños sean olvidados e incluso cuando uno recuerda un sueño por la mañana muy pronto en el curso de las primeras horas del día se le olvida, porque la represión hace que eso sea borrado”, señala el doctor Santacruz.
Y cada persona sueña según sus experiencias. Por ejemplo, en el caso de los niños sus sueños son “muy transparentes y sueñan con lo que han deseado y no han podido conseguir”.
Sigmund Freud lo explicó con un sueño que tuvo su hija. “Ella soñó que comió fresas, pero en el día las había pedido y no se las dieron. En el sueño realiza el deseo de comer fresas, pero son sueños ingenuos, infantiles. En los adultos el deseo es mucho más complejo, está mucho más oculto porque esos deseos muy frecuentemente son de naturaleza sexual o agresiva, entonces no es fácil que eso sea consciente para nadie”.
Diferencia entre sueño y pesadilla
Podría sorprender que la diferencia entre sueños y pesadillas no es más que el estado emocional que acompaña el sueño.
“En el caso de la pesadilla, suele ser un estado emocional de angustia, terror, muerte o persecución, entre otras. Una misma cosa puede ser soñada por dos personas y para una puede ser pesadilla y para la otra no”.
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